Recuerdo que el cielo de Lima era invadido frecuentemente por las bombardas que subían y reventaban regalando a los miles de personajes sus fantasticos colores. El humo en las calles aumentaba porque la gente quemaban sus muñecos y con ello se "desprendían" de lo antiguo, lo viejo. Al llegar la medianoche el abrazo de siempre pero de sincero deseo otorgando y vaticinando un buen año. Sonrisas y abrazos, promesas y mas trago. Con una copa llena de champagne en la mano, me quedé observando sin moverme, todo "pegadazo" en la acera. Con la mirada en el firmamento mi cuerpo se sintió relajadazo y me inavadió el recuerdo de alguna palomillada de adoslencte. En esas épocas esperaba muy ansioso el fin de año para poder hacer de las mías. Era la "única oportunidad" ( que yo recuerde) para hacer de la noche un preso del libertinaje (que pasaría ´por mi cabeza) Eran las 12 y 15 pm. El espectáculo de los juegos pirotécnicos tenía para mas tiempo. Parado sin moverme reflexionaba como había pasado el tiempo, como volaron los años y me burlaba de todos aquellos que ponían como pretexto vivir la vida loca porque se hablaba mucho que en el año dos mil era el fin del mundo. Me incluyo.
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